Hace
unos días escribí el artículo “Política, Filosofía y Economía”, en el que
planteaba una cuestión que a mí me parece importante respecto a la situación
política y electoral en que vamos a vivir todo este 2015: ¿a quién, o a qué
votar?. Hoy vuelvo sobre el tema con algunas consideraciones adicionales.
Ayer
publicó El País un sondeo sobre las intenciones de voto para Andalucía, en el
que se daba casi un cuádruple empate entre PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos
El
barómetro de marzo del instituto Metroscopia afirma que Podemos sería el
partido más votado, con un 22,5% de los sufragios, seguido por el PSOE (20,2%),
el PP (18,6%) y Ciudadanos (18,4%). A mucha distancia, Izquierda Unida tendría
un 5,6% y Unión, Progreso y Democracia (UPyD), un 3,6%.
Del
análisis más profundo de los resultados y de la evolución que van teniendo las
sucesivas encuestas, se ponen de manifiesto cuatro puntos que a mí me parecen
interesantes:
1º.-
Una subida lenta, pero continuada de Ciudadanos
2º.-
Una caída continuada y clara del PP, IU, y UPD
3º.-
Un primer puesto de Podemos, pero perdiendo porcentaje en los dos últimos
sondeos realizados.
4º.-
Una cierta parada en la caída del PSOE, pero sin recuperación aún
De
acuerdo con estos datos, en una perspectiva absolutamente objetiva de números
podríamos decir que de cumplirse estas estimaciones en la realidad definitiva de
las elecciones, se habría cumplido el objetivo prioritario de Podemos: “acabar
con el bipartidismo del PP y del PSOE”. Pero ¿es esto lo único que se pretende?.
¿Realmente qué pretende Podemos: simplemente acabar con los puestos que ocupan
actualmente los diputados del PP y del PSOE, o que en España se implante una
filosofía de vida más justa y social?; porque, para esto, es imprescindible
gobernar con mayoría absoluta, bien por el número de escaños (lo que
volveríamos al bipartidismo, o uni-partidismo) o por mayoría de coincidencia de
políticas entre los diversos grupos parlamentarios.
Y
la pregunta que cualquiera puede hacerse, o al menos la que yo me hago es: Y
esta posible coincidencia necesaria para poder cambiar las cosas realmente, ¿se
va a lograr sin duda (fácilmente y sin costes (morales, políticos y éticos
sobre todo)) con acuerdos post-electorales….. y –sin embargo- es imposible
lograrlos previamente en la elaboración de listas únicas, coincidentes, de los
partidos que pretendan los mismos fines regeneracionistas?
En
la encuesta a la que nos referimos, se preguntaba también cuál era la
alternativa de posible “gobierno” según los resultados que se obtuvieran, y el
71% se decantó por que "gobierne en solitario el partido más votado -con
apoyos puntuales de otros partidos-". Lo que quiere decir que, en el
fondo, la gente duda de los pactos posteriores y que le gustaría que un partido
–o una lista- tuviese clara mayoría. Cuando uno vota una candidatura de
coalición, con un determinado programa de propuestas, sabe que si gana esa
coalición esas serán probablemente sus realizaciones políticas porque es lo que
ya han acordado a priori; pero ¿quién puede imaginar cuáles serán las políticas
que se van a llevar a cabo con su voto como consecuencia de pactos necesarios
postelectorales?
Ayer
me pasé un buen rato leyendo publicaciones de amigas y amigos de Podemos en Facebook,
y no me sentí nada bien al comprobar que la inmensa mayoría de las mismas
estaban centradas principalmente en críticas y ridiculizaciones de situaciones
y políticos (algunos del PP y principalmente del PSOE) que ni siquiera están ya
en el horizonte político actual. Son escasísimas las publicaciones que intenten
mostrar propuestas políticas de futuro tal cuales; y nulas, absolutamente
nulas, las que traten de ver las posibilidades de coincidencia con los otros
partidos y movimientos de la izquierda (salvo acuerdos puntuales de integración
en algunas listas para las municipales)
Y
Podemos no debe olvidar, desde su perspectiva democrática, que en la misma
encuesta los tres líderes más valorados eran Albert Rivera, Alberto Garzón, y
Pedro Sánchez.
Indudablemente
que cada uno de nosotros tenemos nuestras propias opciones políticas, y hasta
nuestras fobias y filias hacia personas concretas. Pero, tratando de ser lo más objetivo posible,
quiero plantear una reflexión sobre lo que ha pasado, y está pasando con Tania
Sánchez. Tania era la candidata de IU por Madrid, y parecía tener una gran
aceptación. Tania luchaba por una idea fija: la unidad de la izquierda, la
convergencia en las elecciones con el grupo “Ganemos-Podemos”. Y este planteamiento
fue rechazado por los órganos del Partido, y atacada y criticada tachándola de
estar “vendida” a Podemos (quizás por su relación personal con Pablo Iglesias) tuvo
que pronunciarse de forma tajante que nunca se daría esa integración con Podemos.
Al final ella y un grupo de personas que pensaban como ella abandonaron IU,
creándose el movimiento “Convergencia por Madrid”… que, al parecer, ahora sí,
algunos de sus miembros se van a incorporar a Podemos.
No
soy político, ni conozco toda la realidad del funcionamiento y posibilidades de
cada político, de cada partido, de cada estrategia. Cuando no se conocen las
cosas en profundidad las opiniones son respetables, pero son solo eso:
opiniones personales, que pueden ser acertadas, o absolutamente inadecuadas. Lo
único que tengo por cierto es lo que así siento en mi interior, y lo que siento
es una enorme preocupación: ¿realmente es tan poco lo que une a los partidos
que desean una España diferente, como para que sus dirigentes estén convencidos
de que la mejor alternativa es seguir actuando “en contra” de todos los demás?;
¿en base a qué puedo estar convencido, tranquilo, seguro, de que votemos a
quienes votemos de estos políticos que no quieren converger en candidaturas
únicas luego sí van a ser capaces de ponerse de acuerdo?; ¿en qué están
pensando realmente, en políticas concretas y en la realidad concreta de los
españoles…..o en su escaño en el Parlamento?.
No,
no estoy tranquilo, no estoy contento, no estoy ilusionado…..o, quizás más
exactamente: me estoy desilusionando. Pero, en fin, no es más que una opinión
personal, soy un simple voto, y quizás algunos de los que me lean, y se den por
aludidos, quizás, repito, me borren ya de sus listas de amigos; quizás, para
comprenderles, haya que ser político, y yo no lo soy.
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