JUBILADOS JUBILOSOS

¿ESCLAVOS MANIATICOS, ... O JUBILOSOS?



Esta mañana paseaba con un amigo por la Playa San Juan, y le comentaba mis cuitas con una "contabilidad personal" que llevo desde hace años.
Le comentaba por qué empecé a hacerla, y yo mismo le dije, en un primer momento, que ahora no tengo ninguna necesidad de hacerla, que no pasaría nada si no la hiciera ... pero que me siento muy bien cuando cuadro todo cada mes.

Ambos somos ex-empleados de banca.  Ambos jubilados. Ambos vemos muchas cosas de forma diferente a como las veíamos hace unos pocos años.

De sus primeros comentarios, adornados de experiencias propias y conductas de terceros  por los que había pasado, resaltaban dos tipos de personas al respecto: 
  • las que ya no hacen "nada de eso que hacían antes" , pues hay que dejar de vivir esclavizados  por  "las obligaciones"
  • y las que son tan esclavos de sus manías y costumbres, que son incapaces de dejar de hacer lo mismo que han hecho siempre
Cuando estoy conversando con un amigo, o simplemente me cuentan cosas, o leo un libro, un periódico, o un tratado cultural o científico, suelo experimentar dos vivencias:
  • la primera, predominantemente racional, que es tratar de ver cuanta razón, lógica, coherencia, puede haber en las opiniones que estoy escuchando o leyendo
  • y, la más importante: en qué medida yo la vivo como acorde, o no, con mi forma de pensar y sentir.
Es decir: es perfectamente factible que una idea de un tercero nos pueda parecer racional y lógica, y hasta prudente y aconsejable, pero que al vivenciarla en su aplicación a nosotros mismos la percibamos con una dimensión y características diferentes.

De ahí que haya querido plantear este tema basándome en el ejemplo concreto de la contabilidad personal antes mencionada.

¿Por qué las personas hacemos las cosas?  
Oyendo a mi amigo en sus experiencias y consideraciones,  le daba toda la razón: los casos que me comentaba eran de personas que hacían las cosas "por obligación" exclusivamente, por el imperio del "deber", ....o porque  "no tienen nada mejor que hacer"; o porque piensan que solo haciendo las cosas como ellos las hacen, como ellos las han venido haciendo siempre, es la única forma correcta de hacerlas.

Sí, muchísima gente actua así con demasiada frecuencia; y sí, creo que en estos casos podríamos hablar de esclavos o de maniáticos.

Pero hay otra forma de actuar: la forma del "para qué", la forma del objetivo, del objetivo personal.  
Y un objetivo personal que -aun pudiendo expresarse en un principio incluso en términos muy materiales (por ejemplo: controlar los gastos en el ejemplo que vengo comentando)- lo transformamos en la fuerza ilusionante y motivadora que nos lleva a su realización: es decir: transformamos nuestro quehacer diario en una sucesión de vivencias de satisfacción: encontramos un sentido personal interno "para hacer" lo que hacemos, y somos conscientes en todo momento de lo que estamos haciendo y del grado de satisfacción personal que estamos sintiendo.

Muy probablemente haya quien piense, quien me diga, que todo esto suena muy bien, pero que en las circunstancias económicas y sociales en que están miles de familias españolas, no es tan fácil sentirse jubilosas y con satisfacción haciendo lo que tienen que hacer y en las condiciones que tienen que hacerlo.

Es cierto. No todo es facilmente aplicable en todas las circunstancias. Nadie negaría que oir a Mozart o Bach es tremendamente provechoso para la salud; pero es evidente que no todos estamos en condiciones de oir a Mozart o Bach cuando estemos tristes, tensos, o sin comer o sin dormir por el frio de las casas sin poder pagar la calefacción.

He querido aportaros una visión positiva del afrontamiento al hacer algo. Podemos afrontarlo exclusivamente como obligación o esclavitud impuesta por los demás, o podemos afrontarlo como una actitud propia buscando la mayor satisfacción personal posible.
Los hechos son hechos, y no voy a negarlos; pero los sentimientos son producto de nuestros pensamientos. Recuerda:

Tal como pensemos así sentiremos,
    tal como nos sintamos así actuaremos;
 y tal como actuemos así serán los frutos (salud-bienestar) que recojamos
 
  





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